Australia activa cámaras con IA para sancionar uso del móvil y cinturón: comienza la era de las multas inteligentes

Australia Occidental ha entrado oficialmente en una nueva fase de control vial basada en inteligencia artificial. Desde el 8 de octubre de 2025, las cámaras con IA que durante ocho meses operaron en modo de advertencia comienzan a emitir multas automáticas por el uso del teléfono móvil al volante, la falta de cinturón de seguridad y el exceso de velocidad.

Durante el periodo de pruebas —de enero a octubre de 2025— el sistema registró más de 380.000 infracciones sin sanción económica, lo que permitió calibrar los algoritmos y sensibilizar a los conductores. Los resultados fueron notables: según la Road Safety Commission de Western Australia, las infracciones por uso del móvil se redujeron hasta un 40 % durante el periodo de ensayo.

Ahora, las sanciones serán plenamente efectivas:

Multas de hasta 1.000 dólares australianos (A$). Hasta 4 puntos de licencia por cada infracción detectada.

El sistema utiliza cámaras fijas y móviles equipadas con sensores ópticos de alta resolución y modelos de visión por computadora entrenados para identificar gestos, posiciones corporales y objetos en movimiento dentro del vehículo. Estas cámaras son capaces de detectar simultáneamente múltiples infracciones, incluso de noche o bajo condiciones climáticas adversas.

Según el Gobierno estatal, todos los ingresos generados por las sanciones se destinarán al Road Trauma Trust Account, un fondo exclusivo para programas de seguridad vial y campañas de concienciación pública.

“La inteligencia artificial no es solo un instrumento de control, sino un mecanismo de prevención. Cada infracción detectada es una oportunidad para evitar una tragedia”, señaló la ministra de Transporte de Western Australia, Rita Saffioti.

Con esta medida, Australia se suma al grupo de países que adoptan IA para la seguridad pública, junto a Reino Unido, Países Bajos y Canadá, donde tecnologías similares ya se emplean para reducir siniestralidad.

El Gobierno australiano prevé que, en el primer año de aplicación, la reducción de accidentes por distracción supere el 30%.